TeaFtero
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Telémaco todos los días acompaña a su madre a visitar y contemplar un tapiz tejido por ella misma. Una representación de la hermosa familia que eran antes de que Odiseo tuviera que dejar su nación y familia para irse a Troya. El hijo de Penélope la observa cómo jamás pierde el brillo y la esperanza en sus ojos.
-Él va a volver -dice la reina.
Su hijo jamás se atrevería a contradecirle, pero el reino está inestable, un hombre -acompañado de otros ciento siete- ha tocado su puerta y durante diecinueve años Telémaco no ha podido conocer a su papá.
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-...habrán de retirarse inmediatamente - dijo el Príncipe de Ítaca a todos los pretendientes de su madre.
Los rumores eran ciertos. Telémaco poseía el mismo atractivo de su padre: sus rasgos, porte y la forma en la que te intimidaba, la única diferencia eran sus orejas puntiagudas, como los de una ninfa, y su altura.
-Oh, Príncipe -dijo el cabecilla de los pretendientes para llamar su atención, para que viera la sorna en su mirada -, ha de saber que está infringiendo con las normas de la hospitalidad, pero puedo aguantar un poco mi hambre sólo para que usted tenga la certeza de que no venimos con intenciones ofensivas.
Antínoo se dispuso a cumplir con la tarea encomendada por su padre.