Desde la primera vez que te vi pude sentir desde mi estómago una electricidad que recorrió todo mi mi cuerpo, que nunca antes había sentido con otra mujer. Cuando te vi colocándote un cigarro sobres tus carnosos y rosados labios supe que esa era mi perdición. Aunque se que tu nunca supiste que estaba allí mirándote cada movimiento que hacías al andar la manera que tu movías tus cadera al compás de tus pies hacían, que mi deseo de la lujuria y de placer crecieran por momentos. Debí de haberle hecho caso a mi amigo, pero ya era demasiado tarde cuando tu me inyectaste una droga, que se volvió una adicción. Pero cuando una tarde en el parque te vi besando a otro chico, la poca cordura que se me quedara se rompió como una cuerda al ser cortada como un tijera. Si no eres mi droga no la serás para nadie. ¿ Por qué ? Porque eres mi adicción y mi perdición. Y eso no se puede compartir con nadie