Donde Juanjo y Martin se besan una noche de fiesta. O Donde quedan obligados a vivir bajo un mismo techo después de que el padre de Juanjo y la madre de Martin anuncien que se casan.

Donde Juanjo será el nuevo profesor de universidad y Martin el alumno ejemplar de 3º de carrera. O Donde el deseo, la pasión y el buen sexo serán sus mayores enemigos.

Una fiesta. Cuatro copas de más y una conversación diferente. Un chico. Pero Juanjo, solo fue capaz de recordar una sola cosa. Martin. Ese estúpido nombre. Martin, Martin, Martin Dos semanas. Dos semanas tratando de buscar algo; alguna pista, algo que le condujera a aquel chico. Sin tener nada más que no fuera un nombre. Una conversación sobre pájaros, pintura, casualidades y el destino. Dos semanas perdidas que no llegaron a ningún sitio. Al menos, no como Juanjo esperaba. Desgraciadamente, su corazón no opinó lo mismo cuando lo vio. En esa camilla. Sangre. Luces. Sirenas. Ruido, demasiado ruido. Martin Urrutia. Veintitrés años. Parada cardiorrespiratoria. Traumatismo. Heridas y contusiones por todo el cuerpo. Y Juanjo solo pudo pensar una cosa. En esa frase que se le vino a la cabeza. De repente. Como un destello. Esa frase que le dijo antes de irse. Antes de quedarse marcado en su corazón de por vida. Esa misma vida que se jugaba Martin.

Siempre es el cuarto set. Siempre. Cada vez que Juanjo Bona y Martin Urrutia se enfrentan en un Grand Slam, es el cuarto set el decisivo. Es el set que los deja empatados pero el set en el que con certeza deja ver quien será el ganador de ese torneo. Llevan compitiendo desde que empezaron a dedicarse al Tenis. Es el mismo tiempo que llevan sin soportarse. Y el mismo tiempo que llevan disputándose el primer puesto del Ranking ATP. La Copa Davis y unos partidos en pareja cambiará todo entre Juanjo y Martin, un revés que ni siquiera verán venir.

[Majos Fanfiction] Además del duo musical más icónico de su generación y dos estrellas de rock con fama de mujeriegos, Martin y Juanjo son mejores amigos. Bueno, al menos hasta que un beso lo arruina todo.

Se ha mudado un nuevo vecino a la puerta de en frente. ¿El problema? Que Juanjo es un ermitaño conocido por ser el gruñón del edificio, apenas salir de casa y, sobre todo, detestar la navidad. Y Martin, un repostero muy excéntrico, por alguna razón está empeñado en hacerse su amigo. Pero, cuando el amor y los postres llaman todos los días a tu puerta, supongo que hay que dejarse endulzar, ¿o no?

Juanjo Bona odió a Martin Urrutia desde el mismo momento en el que le conoció. Odió su franca sonrisa, su emoción desmedida y aquella sinceridad tan característica que esgrimía. Pero, por encima de todo, odió el sentimiento de envidia que crecía en él a medida que le iba conociendo. En Madrid se estorban mutuamente. Evitan coincidir y se rehúyen la mirada, pero los motivos de su comportamiento no llegan a ser claros para ninguno de los dos. Aunque, quizás, sí lo sean un poco más para Juanjo, que sabe que cuando cierra los ojos y se deja sentir, no es capaz de sacarse a ese maldito chico de la cabeza. Y todo empeora cuando tiene que trabajar más cerca de él de lo que le gustaría si es que quiere acercarse un poco más a su sueño de ser cantante. Una historia sobre aprender a quererse y a querer, a aceptarnos con nuestras imperfecciones y a trabajar por aquello que nos mueve. Una historia sobre el amor, en todas sus formas y manifestaciones.

Como dijo Rosalía: ¿Las amigas que se besan son la mejor compañía?

"Pero, a pesar de que siempre que se ven Martin le sonríe alegremente (Juanjo no sabe que ha podido hacer para ser merecedor de tal acto angelical), sabe que Martin está triste. Luce siempre tan apenado cuando piensa que nadie le está viendo. Simplemente tiene esa mirada en sus ojos. Como si nunca estuviera realmente presente. Como si no supiera cómo continuar con su vida. ¿Por qué estás tan triste, Martin Urrutia? (¿Qué puedo hacer para cambiarlo?)" O, Juanjo está patéticamente enamorado de su vecino.

"Lo mira bien ahora, y se da cuenta de que debe ser el tal Martin del que hablaban antes. Tiene el pelo más o menos largo, en un estilo mullet - pelo que claramente no se ha molestado en peinar. Lleva un bigote que en cualquier otra persona Juanjo encontraria ridículo, pero a él le queda bien; y sus ojos son de esos que te invitan a mirarlos durante horas, aunque solo sea para decidir si realmente son marrones o verdes. Es demasiado, demasiado guapo para ser real. Es, irritantemente, el tipo de chico que le hace a Juanjo perder la cabeza. Podría ser el chico más guapo que ha visto en su vida, de hecho. Joder, acabo de derramar cerveza sobre el chico más guapo que he visto en mi vida, piensa. Podría morirse ahora mismo." Juanjo y Martin se conocen en el Club LGBTQ+ de la universidad.