wllynie
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La celebración del cumpleaños de la menor de los Polinesios no salió como esperaban. Corea seguía con sus fronteras cerradas, y sus hermanos, en un intento desesperado, la llevaron al barrio coreano de Nueva York. Todo parecía salir mal... hasta que entraron a ese estadio de hockey.
El hielo brillaba bajo las luces, y el rugido del público anunciaba el inicio del partido: Jaguares vs. Diablos. Fue entonces cuando lo vio.
Jugador número 66. Cada vez que se quitaba el casco para tomar agua o discutía con su entrenador, parecía sacado de un cuento. Había algo en su mirada, en su fuerza, en su furia contenida... que la dejó sin aliento.
Él también la vio.
Entre la multitud, su cabello rosado-morado destacaba como un faro entre la niebla. El capitán de los Jaguares, que segundos antes estaba listo para pelear con un rival, se congeló. Sus ojos se encontraron. Fue solo un segundo, pero bastó.
En medio del hielo, del caos y de las luces, dos desconocidos se reconocieron. Y aunque el partido siguió, el mundo se detuvo para ellos. Porque a veces, el amor llega justo cuando todo parece salir mal... y termina siendo lo único que salió bien.