Estheffffania
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Addison Wallace Cooper tenía apenas dos años cuando su mundo se convirtió en cenizas.
El fuego se llevó a su madre, su hogar y la seguridad de un abrazo. Lo que quedó fue el miedo, el silencio... y un padre capaz de destruirlo todo.
Creció entre sombras, rodeada de heridas invisibles, cargando con traumas que no sabía nombrar. Pero también aprendió a resistir. En la literatura encontró voz, en sus amigas refugio, y en el voleibol una razón para seguir corriendo, aunque el alma estuviera agotada.
Esta no es una historia común.
Es una historia real. Cruda. Dolorosa.
Pero también es una historia de amor propio, valentía y supervivencia.
De una chica que arde, pero no se apaga.
"Los gritos que el fuego no quemó"
es un testimonio que duele... pero que también sana.