FLXHWA
El humo danzaba en el aire espeso del "Velvet Room", un velo grisáceo que apenas permitía distinguir las siluetas que se movían al ritmo de la música pulsante. Para Hwang Hyunjin, ese era su santuario, o al menos, el lugar donde su alfa interior encontraba una extraña calma en medio de la incesante búsqueda. Cada visita era una silenciosa plegaria, una inspección meticulosa entre la multitud, con la esperanza de que esa punzada, ese reconocimiento instintivo que todo alfa anhelaba, por fin lo alcanzara.
Sus ojos oscuros, casi felinos, recorrían las mesas iluminadas por la tenue luz carmesí de las velas, los rostros maquillados que reían con una alegría a menudo forzada, los cuerpos que se ofrecían en movimientos sensuales sobre la pequeña tarima. Hyunjin bebía su whisky lentamente, el amargor líquido haciendo eco de la frustración que comenzaba a anidar en su pecho. ¿Cuánto tiempo más tendría que vagar en esta penumbra, buscando una luz que parecía esquiva?
Esta noche, sin embargo, había una tensión diferente en el aire. Una electricidad sutil que erizaba los vellos de su nuca. No provenía de la música, ni de las risas estridentes. Era algo más profundo, casi primario. Sus sentidos se agudizaron, su olfato captando una miríada de aromas, pero uno, dulce y embriagador como la miel silvestre, comenzaba a destacar, abriéndose paso entre la cacofonía olfativa como una estrella fugaz en la noche.
Siguió el rastro invisible, su mirada fija en el escenario mientras una nueva figura emergía entre las cortinas de terciopelo. La luz lo bañó lentamente, revelando una belleza andrógina y salvaje. Cabellos rubios, casi blancos, enmarcaban un rostro de facciones delicadas pero con una intensidad en la mirada que perforaba la multitud. Sus movimientos eran fluidos, casi felinos, una danza hipnótica que hablaba de una vulnerabilidad oculta tras una fachada de confianza.
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