juuu_Xo
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Alessandro Russo no era un hombre cualquiera. En las calles de Nápoles, su nombre era un susurro cargado de miedo, una sombra que se movía entre el poder y la violencia, un fantasma al que nadie quería enfrentar. Lo llamaban peligroso, lo pintaban como un monstruo elegante, el jefe de una de las organizaciones criminales más influyentes de Italia. Era sinónimo de dinero, sangre y respeto. Nadie se atrevía a mirarlo de frente sin sentir un escalofrío recorrer la espalda. Había construido su vida sobre cimientos oscuros, aprendiendo a no mostrar debilidades, a no dejar grietas por donde pudieran herirlo. Durante años había vivido bajo esa regla implacable: jamás confiar, jamás amar, jamás rendirse a nada que pudiera hacerlo vulnerable. Y, sin embargo, todo eso comenzó a tambalearse la noche en que la vio a ella.
El club de jazz era uno de esos lugares que parecían existir en un universo aparte, donde la penumbra se mezclaba con el humo de los cigarrillos y la música se enredaba en las paredes como un hechizo. Alessandro acudía con frecuencia, más por costumbre que por placer. Se sentaba en la misma mesa, impecable en sus trajes negros a medida, con los tatuajes ocultos bajo la tela y el silencio feroz de sus guardaespaldas rodeándolo. Observaba todo con frialdad: las luces cálidas, el murmullo del público, los vasos que tintineaban en la barra. Era un escenario en el que nada podía sorprenderlo. Hasta que apareció Gabriella.