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Obito, consumido por un amor tóxico y posesivo, persigue a un Kakashi que juega con el fuego, seductor, roto, pero jamás rendido.
Entre encuentros furtivos, silencios cargados y caricias que duelen más que curan, ambos se consumen en una relación donde amar no es dulce, y pertenecer es una condena.
ESPECIAL