ANÓNIMA
Aparcamos delante de la casa. El mero hecho de poner un pie fuera del coche y escuchar el estallido de la grava bajo mis pies, hizo que mi pulso se acelerase. Él observó detenidamente mi rostro, mi expresión lo decía todo. Por ello me cogió de las manos y apretó ligeramente mis dedos infundiéndome el valor que precisa...