DiariodeTomu
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-No sé si me asustas o me atraes.
-Ese es el punto- dijo la rubia bajando apenas la voz.- Que no lo sepas.
Y entonces la puerta se cerró, el mundo quedó afuera.
El calor no vino del contacto, sino del hambre contenida.Durante semanas habían sido cautelosos como miradas fugaces, palabras medidas, espacio respetado. Pero esa noche, todo lo reprimido encontró salida.
Las manos buscaron sin permiso, las bocas se encontraron sin necesidad de hablar, la ropa se deshizo entre sus cuerpos como si estorbara, pero nadie se apuró.
Cada roce era una confesión callada, cada respiración, una rendición. No hubo dulzura, solo necesidad. Una urgencia tensa, carnal, salvaje en su lentitud. Y cuando al fin quedaron piel con piel, no pensaron en las consecuencias.
Solo en lo inevitable, solo en ellos, solo en eso que fingieron no sentir hasta que fue imposible fingir más.