Mushu168x
Sabes, es imposible sentir tanto amor y odio por una estación del año. Para la mayoría, el invierno es un tiempo de frialdad y soledad, pero para mí, es el refugio donde encuentro consuelo. El frío me abraza como un viejo amigo, y la nieve cubre el mundo en un manto de silencio y paz. Sin embargo, todo cambió cuando él, mi amor de la infancia, volvió a aparecer en primavera.
La primavera llegó como un soplo de aire fresco, llenando el ambiente con el dulce aroma de flores. Lo conocía desde siempre; nuestros juegos en el jardín eran recuerdos imborrables de risas y sueños compartidos. Pero verlo ahora, en esta estación vibrante, despertó en mí algo que creía olvidado. Su risa era como el canto de los pájaros que regresan, y su energía era contagiosa, un recordatorio de que la vida puede renacer incluso después del invierno más largo.
A medida que pasábamos tiempo juntos nuevamente, comencé a redescubrir la belleza de la primavera a través de sus ojos. Cada flor que brotaba del suelo seco era un símbolo de esperanza y renovación. Las mariposas danzaban a nuestro alrededor, y los días más largos invitaban a la aventura. Aunque mi alma siempre había estado arraigada en el invierno, ahora comprendía que también podía amar la calidez y la vitalidad que él traía consigo.
Él desenterró las flores marchitas que había olvidado en mi jardín interior, mostrándome que incluso en el frío de mi preferencia, podía florecer algo nuevo. La primavera se convirtió en un puente entre mis dos mundos: el invierno, con su serenidad helada, y una nueva apreciación por la vida vibrante que él había reavivado en mí.