Revnox_dev20
Hay silencios que pesan más que cualquier grito. Hay ideas que, una vez nacidas, no se van jamás. Él observa, registra gestos, mentiras cuidadas, la violencia que todos fingen no ver. Sabe los nombres, los horarios, los rincones donde nadie mira. Podría hablar, pero no lo hace. ¿A quién le importaría? La verdad se esconde tras las apariencias; la conveniencia premia lo útil y el poder guía sin prisa ni remordimiento.
Vive atrapado entre paredes que parecen cerrarse y un mundo que no termina de alcanzarlo. Las horas se desvanecen en una habitación donde el tiempo se mide en pensamientos y silencios, donde la libertad se siente como un espejismo y el deseo de actuar crece en la penumbra.
No es rabia. No es locura. Es la certeza fría de que hay actos que, una vez imaginados, exigen ser cometidos.
Los pasillos del instituto, con sus luces y sombras, son testigos de miradas que hieren y silencios cómplices. Allí, entre uniformes y voces apagadas, se teje una lucha invisible: la exclusión, el acoso, la indiferencia institucional que permanece intacta bajo la fachada de valores y promesas.
Entonces la decisión se toma. No hay marcha atrás.