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La muerte de su amada durante el parto de su hija lo sumió en un abismo de dolor tan profundo que el mundo perdió todo su color. El alcohol se convirtió en su único refugio, pero también en su perdición. Cegado por la desesperación, terminó dañando a quien juró proteger: su hija. El amor que lo sostuvo se convirtió en la sombra que lo consumió, dejándolo atrapado en un luto eterno.