Me llamo Toto Fernández, pero si me gritas "¡Bestia!" también volteo. No es que me guste el apodo... es que, cuando heredas el alma completa del Charro Negro a los nueve años, ya no estás pa' elegir apodo carnal. Desde morrito mi vida fue un caos con sombrero: Un charro misterioso llegó montado en un caballo negro y me dijo: "Ahora tú cobras las cuentas entre vivos y muertos." Él no pidió permiso. Solo vino a cobrar una promesa que yo ni sabía que había hecho. Me dio su alma entera. No media, no en cuotas. Enterita. Y yo, sin saber multiplicar, ya estaba firmando pactos oscuros. Desde entonces, cargo una doble vida: - De día soy Toto, el sur de México, un país alegre, algo mecha corta, fan de los videojuegos y del pan dulce. - Pero cuando la luna se pone intensa o el alma se me rompe... sale Nando, mi personalidad oscura. Un ente que aparece para hacer el trabajo sucio. Y que cada vez quiere quedarse más tiempo. Vivo en una hacienda con mi familia: Mi mamá es una diosa. Literal. Mi hermano Norte es un desmadre pero diplomático con traje bien planchado cuando se requiere. Y yo... bueno, yo intento que no me posea un espíritu en medio del desayuno. Todo iba "más o menos" hasta que me reencontré con Rusia en la boda de Chile y Alemania. Viejos sentimientos, nuevas miradas... y de repente la ONU nos quiere casar por beneficio político. ¿El problema? El elegido era mi carnal, pero me lo cedió como si fuera un boleto para el cine: "Vas tú, bro. Te toca ser feliz..." Y ahora estoy comprometido, perseguido por entidades del más allá, con la sombra de Nando respirándome en la nuca y eso no es lo peor , fingir que todo está bien mientras el inframundo empieza a removerse otra vez y mi reflejo cada vez se ve menos como yo... y más como él. Porque el Charro Negro original... No está tan muerto como creíamos. ¿Difícil? Sí. ¿Divertido? A veces. ¿Voy a sobrevivir a esto sin que se me salga el charro en plena luna de miel? ...Ni yo lo se