Tras un terremoto que estuvo a punto de destruirlo todo, Kyogan se enfrenta a preguntas que no puede ignorar más: ¿Por qué nació con el doce? ¿Y por qué se hace cada vez más crucial saberlo? Mientras tanto, allá afuera, en el mundo que apenas conoce, los planes de Erebo están a punto de ejecutarse. La mayor oscuridad de todas caerá en forma de engendros que los mismos humanos alimentaron con su malicia. Con la ausencia de Loíza y Arcana y las ataduras que rodean a Tharos, no debería haber nada que detenga el despliegue de una espantosa era de tormento. Sin embargo, las circunstancias pueden torcerse en el camino. Y en ocasiones, las respuestas que pueden traer luz se esconden en las personas más pequeñas, los que guardan grandes propósitos. Pero no te confíes porque el destino es quebradizo. Y Erebo siempre está mirando.

¿Hasta cuándo durará este sufrimiento? Es la interrogante que sigue resonando en el corazón del mundo desde que una enfermedad alcanzó a los magos, negándoles la oportunidad de alcanzar la edad adulta sin antes sucumbir a un incurable trastorno mental que los empuja a destruir todo. Para solucionar esto, han surgido instituciones encargadas de adiestrar guerreros dedicados a darle caza a los que nacieron con magia. Entre ellas destaca Argus. Será precisamente allí donde Shinryu conocerá a Kyogan, un joven mago, en el lugar más incoherente de todos. ¿Qué sentido puede tener un encuentro así? Mientras tanto, Ragnarök se asoma justo sobre un mundo que desconoce su significado y que no sabe de los poderes que existen más allá de la estratosfera. Tarde o temprano alguien deberá desentrañar los hilos que entrelazan todas estas piezas.