(NOTA: ES UN FINAL ALTERNATIVO, DE COMO ME HUBIERA GUSTADO QUE ACABE) - Gi-hun sobrevivió a los juegos. Pero no quedó nada. Solo sangre, culpa, y una bebé en brazos que no pidió vivir en ese infierno. Cuando está a punto de acabar con todo, alguien lo detiene. El mismo hombre que lo traicionó. El mismo que, bajo la máscara, le hizo sentir algo real por primera vez en años. Gi-hun quiere odiarlo, pero no puede. In-ho quiere repararlo todo, pero no sabe cómo. ¿Qué se hace cuando amas al monstruo que te rompió? ¿Y si ese monstruo... solo quería que vivieras? En medio del trauma, la redención y un deseo que arde bajo la piel, dos hombres intentan reconstruirse el uno al otro... aunque el mundo se les haya caído encima. Esta no es una historia de héroes. Es una historia de humanos. Y del amor que nació donde nadie debería haber amado.

Fanart credits of the cover: @Rc0ll1ns on X (Twitter) Final (feliz) alternativo de la tercera temporada de squid game (el juego del calamar) -Maldición, Seong Gi-hun -susurró con los ojos húmedos-. Maldito seas por hacer que me importe otra vez... ... In-ho contuvo el aliento. Su mano se deslizó desde su mejilla y bajó al cuello, con torpeza, con desesperación. Buscó su pulso con los dedos. Contó y esperó. Y ahí estaba, aunque débil e inconstante, pero ahí se encontraba. --- Esta historia contará con tres capítulos y un extra. Hwang In-ho x Seong Gi-hun Contenido explícito

Uma coletânea de contos que mostra Gi-hun e In-ho em diferentes realidades, tempos e situações. Cada história traz uma nova versão desses dois personagens, explorando suas conexões sob outras formas, caminhos, escolhas e relacionamentos.

Esta história se seguirá exatamente após o último acontecimento da terceira temporada. Histórias que não se encerraram. Dúvidas que permaneceram. Uma crônica extra que dá sentido ao que ficou em aberto. Entre encerramentos e respostas, aqui será o fim verdadeiro para a série e, enfim, a chance de um final feliz.

Ser el presidente de la nación más poderosa del mundo no era tarea sencilla. Exigía precisión, determinación y una mente impenetrable. In-ho lo sabía mejor que nadie. Se había forjado en la disciplina, en la lógica implacable que regía su existencia, en el dominio absoluto de cada situación. Nada escapaba a su control. Nada debía hacerlo. Y entonces llegó él. Un guardaespaldas que no había solicitado. Que le habían impuesto con argumentos sobre seguridad, como si él no fuera capaz de medir el peligro por sí mismo. Gi-hun era una sombra persistente en cada uno de sus movimientos, un reflejo de todo aquello que despreciaba: espontaneidad, terquedad, una obstinada irreverencia que ponía a prueba su paciencia. Y su autocontrol. Desde el primer momento, Gi-hun fue un problema. No se doblegaba ante la autoridad con la misma facilidad que los demás. No se amedrentaba con una mirada severa ni con órdenes secas. Su presencia era un recordatorio constante de que, por primera vez en años, alguien más tenía permitido invadir su espacio personal. Y lo hacía sin el menor recato. Era exasperante. Era insoportable. Era... peligroso.

Durante la grabación de una escena crucial, la tensión entre Lee Jung-jae y Lee Byung-hun se vuelve imposible de ignorar. Lo que comienza como actuación... termina rompiendo todos los límites fuera de cámara.

Tras un accidente que casi le cuesta la vida, Gi-hun despierta en una habitación blanca y silenciosa, con un cuerpo adolorido y un corazón más roto que nunca. No fue el dolor físico lo que más le hirió... sino la ausencia. Sang-woo. su novio, no apareció ni una sola vez mientras él agonizaba en el hospital. Ni una llamada. Ni una flor. Nada. Herido, pero no derrotado, Gi-hun decide no hacer una escena. En lugar de eso, traza una pequeña pero efectiva venganza: fingir que no recuerda nada. Ni su nombre. Ni su historia. Ni siquiera a Sang-woo. Solo para ver cómo se desmorona quien lo dio por perdido. Pero lo que empezó como una broma de venganza toma un giro inesperado cuando Sang-woo, astuto y desesperado, decide jugar su propia carta: introduce a su mejor amigo In-ho como el supuesto verdadero amor de Gi-hun. Y lo peor... es que In-ho accede al juego. ¿Pero qué sucede cuando las mentiras se convierten en verdades incómodas? ¿Y si Gi-hun comienza a desear que esa ficción fuera real? Entre recuerdos fragmentados, emociones encontradas y miradas que lo dicen todo, Gi-hun se verá atrapado entre dos realidades: la verdad... y a la que buscara aferrarse. Una historia donde la traición, el deseo y el amor inesperado chocan en una peligrosa danza. Porque a veces, fingir perder la memoria es solo el comienzo de una verdad que siempre estuvo ahí, esperando ser revelada.

Antes de que Lee Jung-jae se convirtiera en un nombre que llenaría cines, solo era un muchacho que limpiaba tazas en una cafetería de Apgujeong, sonriendo a desconocidos mientras soñaba con una vida que parecía inalcanzable. Fue allí donde conoció a Lee Byung Hun, un joven actor que recién había comenzado a probar el sabor de la fama.

Gi-hun murió en los juegos. Su vida fue el precio por salvar a una bebé inocente. Pero una noche, volvió. Sin memoria. Sin identidad. Despertó solo en un apartamento vacío, con la mente en blanco y el alma fracturada. No sabía quién era, ni por qué estaba vivo. Sin embargo, no estaba solo. En las esquinas de su nueva vida, algo lo observaba. Una presencia silenciosa. Constante. Una sombra que parecía arrastrar consigo una historia olvidada. Gi-hun no lo sabía aún, pero ese algo tenía nombre: In-ho. El hombre detrás de la máscara. El guardián del juego. El mismo que ahora lo vigilaba... esperando el momento exacto para entrar de nuevo en su vida. No como enemigo. Sino como parte de él.

Lee Byung-Hun y Lee Jung-Jae se conocen desde hace 30 años, pero se vuelven más cercanos gracias a un éxito proyecto: El Juego del Calamar. Sin embargo, estarán en un conflicto cuando los fans de aquella serie empiecen a sospechar de que existe algo más que una simple amistad... detrás de cámara.