Steve-Belenos
El cantón Buenaventura alberga incontables vidas marcadas por la rutina, la necesidad, la crueldad, el sufrimiento y una resignación que se ha vuelto costumbre.
Un perro nacido entre montones de basura, bajo un vehículo oxidado, que ha tenido que luchar por sobrevivir desde su primer aliento, y que ha visto el desprecio humano en formas de piedras.
Un joven mimado por las manos arrugadas de su abuela, quien vive sin conocer el trabajo. Sin aspiraciones, sin rumbo, se ahoga en el alcohol y las risas fáciles de sus amigos.
Una familia de rostros desgastados por la tristeza que surge de la carga de las deudas que no dejan de crecer. Depositan su última esperanza en el hijo mayor, a quien sueñan ver cruzar la frontera hacia Estados Unidos, con la ilusión de que pueda, al menos, rescatar un poco de su dignidad perdida.
Un hombre desempleado, quien se debate entre lo correcto y lo incorrecto. Lo empujan las circunstancias, lo guía la necesidad, y su destino, incierto, se dibuja cada día con trazos más oscuros.
Un loco, quien ha decidido refugiarse en la niebla de su mente para no sentir el peso brutal del mundo. Allí, en su delirio, ha encontrado algo parecido a la paz.
Y un anciano, cuyo nombre y apellido le parecen una contradicción dolorosa, quien ha dejado de salir. Desde el pórtico de su casa contempla el vacío y espera, en silencio, el final de su linaje.