Paulo no cree en los finales felices. Tiene un humor raro, un cerebro que a veces no coopera, y una familia improvisada que lo cuida a su manera. Alexander parece su opuesto: callado, protector, con una seriedad que esconde un corazón mucho más blando de lo que muestra. No estaban destinados a encontrarse, pero lo hicieron. Y ahora, entre silencios compartidos, sarcasmo, roces de manos y confesiones a medias, aprenden que el amor real no siempre grita... a veces se queda, incluso cuando uno dice que no lo necesita. Una historia sobre dos chicos que no encajan en los moldes, pero encajan el uno en el otro.