La muerte de su padre partió su vida en dos: el antes, lleno de risas, consejos y abrazos; y el después, un terreno desconocido donde cada día pesa más de lo que imaginaba. Entre el eco de sus recuerdos y la crudeza de su ausencia, Leah emprende un viaje interior para aprender a vivir sin su guía, sin su voz, sin su mano que siempre estuvo ahí. No es una historia de olvido, sino de amor que sobrevive a la distancia más grande. A través de cartas que nunca nadie leyó, diálogos con un padre que ahora habita en su memoria y pequeños gestos que la mantienen unida a él. Leah descubre que el duelo es un puente: doloroso de cruzar, pero necesario para reencontrarse con la vida. Un relato profundo, honesto y sanador que habla de la pérdida, la fortaleza y el amor que no termina con la muerte.

Emily siempre fue la chica risueña, responsable, la hija perfecta. Pero desde la muerte de su hermana menor, todo cambió. Su casa se volvió un eco vacío. Sus padres se alejaron. Y aunque su hermano intenta sostenerla, Emily siente que camina sola. Ahora está por comenzar la universidad... y está aterrada. Lo último que espera es encontrar consuelo en alguien como Thiago: popular, seguro de sí mismo, con una sonrisa que esconde más de lo que muestra. Él también carga su propio duelo, una traición amorosa que lo dejó desconfiado y frío. La medicina es su refugio, y los sentimientos... una molestia que no quiere volver a enfrentar. Pero el campus puede ser un lugar extraño. A veces, una charla a medianoche, una visita al supermercado, o una pregunta honesta pueden abrir puertas que parecían selladas para siempre. Ella no quería volver a perder a alguien. Él no imaginaba volver a enamorarse. Ambos aprenderán que crecer duele, pero amar puede sanar incluso las partes más rotas.