AshleyMoa
Desde que dejaron de ser compañeros de equipo, Lando pensó que con el tiempo la intensidad de la mirada de Carlos se apagaría, o que sus bromas coquetas y esos roces "accidentales" serían cosa del pasado. Pero Carlos Sainz nunca fue de los que sueltan fácilmente. Y menos cuando se trataba de Lando Norris.
Era jueves de media tarde en el paddock de Mónaco, y Lando estaba apoyado contra una pared, revisando su teléfono, cuando una voz con acento español rozó su oído:
-Mira nada más, el niño bonito de la parrilla... -susurró Carlos, con una sonrisa ladeada y esos ojos brillando con picardía.
Lando alzó la vista, y como siempre, su corazón hizo ese tonto salto traicionero.
-¿No tienes nada mejor que hacer que acosarme, Sainz? -le respondió con una sonrisa, tratando de sonar desinteresado.
Carlos se acercó peligrosamente, como si no hubiera nadie más en el paddock. Se inclinó, apoyando una mano justo al lado de la cabeza de Lando.
-He visto a tus nuevos "amiguitos", Norris. Ese Piastri, siempre tan pegado a ti... George con sus aires de caballero inglés... Max con su ceño fruncido y su "tengo emociones pero no las muestro"... -se burló con tono divertido-. Pero dime, ¿alguno de ellos te hace reír como yo? ¿Alguno te mira como yo te miro?
Lando se sonrojó, bajando un poco la mirada. Siempre lo mismo con Carlos. Nunca sabías si hablaba en serio o si solo jugaba, pero las palabras le quedaban clavadas en la piel como tatuajes.
-Eres igual de insoportable que siempre -le dijo, mordiéndose el labio.
Carlos alzó una ceja.
-Pero irresistible -completó él, sonriendo como si fuera la cosa más obvia del mundo.
Lando se giró para seguir su camino, pero Carlos fue tras él, caminando a su lado, rozando su brazo como si no pudiera evitarlo.
-Solo digo, mi amor, que aunque ya no compartamos garage, el asiento en tu corazón aún lleva mi nombre, ¿sí o no?