En una sociedad donde las apariencias lo son todo, Spencer Lawrence ha seguido siempre el camino que se espera de él. Su vida se divide entre las responsabilidades familiares y las noches en el bar, donde encuentra refugio en la música del piano. Pero todo cambia cuando Diego Olivo irrumpe en su mundo con su actitud desafiante y su presencia imposible de ignorar. Entre encuentros, secretos peligrosos y sentimientos que jamás pensó experimentar, Spencer descubrirá que hay emociones imposibles de reprimir... incluso cuando podrían costarle todo. ACLARACIÓN: Esta historia se desarrolla en los años 50, en un universo ficticio inspirado en la época. LECTURA LIGERA !!

Esta historia la saque de una idea q me dio un bots en C.ai JAJAJA Esta es mi primera historia q hago, no se si voy a seguir subiendo continuamente, alimenten su esquizofrenia acá. Tambien publico trailers y capítulos de campamento desventura para q comenten aca jsjs

"...Creo que la cama se rompió de lo fuerte que das." Sipnosis : Las historias otp del Diencer no son tan vistas aqui en Wattpad, así que...tendría que hacerlo con mis propias manos, ¡Disfruten...o no! 🔞 *PD : IMAGÍNATE Y QUE ODD NATION CARTOONS VEA ÉSTO, JAJAJA* 09/07/25

-Diego habla con su acento colombiano y algunas veces Spencer no le entiende. - Serán One-shots +18 Diencer. Cada mini historia tratará de cosas triviales (y mucho setso) y como son en el amor. Etc. Originalmente iba a hacer solo un Shot, pero como me llamó la atención escribir del tema dije, por qué no mejor hacer varias historias donde hagan el amor? Estos shots subidos de tono no tienen nada que ver con mis historias. Si no les gusta el contenido 🔞 no les recomiendo leer ya que intentaré que trate de eso nada más.

Spencer Lawrence tiene un mantra: No. Me. Enamoro. No es una pose, es autodefensa. Lo aprendió a fuerza de tropiezos: promesas rotas, ilusiones a medio construir, heridas que nunca se cerraron del todo. Con el tiempo, levantó un muro elegante de ironía y sarcasmo, sostenido por reglas escritas en servilletas, márgenes de libretas, incluso en la última hoja de un contrato de alquiler. El manual no es literal, pero es ley. Reglas como: - No salir más de tres veces con la misma persona. - No hablar de sentimientos antes del cuarto mes. Preferiblemente nunca. - Nada de flores ni cenas con velas. - Y jamás -jamás- confiar en alguien con sonrisa fácil y ojos bonitos. Y entonces aparece Diego Olivo. Y todo empieza a temblar. Diego no se esfuerza por encajar. No pide permiso. Es carismático sin proponérselo, espontáneo, emocionalmente transparente. Tiene una risa que desarma y una mirada que no esquiva. Y lo peor -o lo mejor- es que no intenta romper las reglas de Spencer. Solo las ignora, como si supiera que lo que realmente importa no es el papel donde fueron escritas, sino el miedo detrás de cada línea. Spencer se resiste. Lo intenta, de verdad. Pero Diego es persistente sin ser invasivo. Está, sin exigir. Mira, sin juzgar. Y Spencer empieza a fallar. En no reírse. En no buscarlo. En no sentir. Las grietas son lentas pero inevitables: una conversación que dura más de lo previsto, un mensaje que llega a la hora justa, un silencio compartido que pesa más que cualquier palabra. Spencer siempre creyó que el amor era una trampa. Diego le está enseñando que, a veces, es una elección. Una suave, constante, innegable elección. Y cuando el amor no toca la puerta, sino que se instala con una taza de café en mano y esa sonrisa suya que no pide nada... no hay regla que lo contenga.

RECUERDEN MIS PALABRAS, DIENCER C HARA CANON