Riba Hardey tenía sólo tres normas. Tres malditas y jodidas normas que había aprendido y diseccionado desde que me enteré que existían. La número tres y la única que parecía la cosa más idiota que me habían dicho jamás, era que nunca, por ningún motivo, debía salir con los amigos de su hermano. Pero yo no era especialmente conocido por obediente o por alguien decente para el caso. Era testarudo, cabezota y la mierda de impulsivo, por el campus se me conocía como el maldito jugador de hockey que ligaba con chicas como defendía en el hielo. Incontrolable. No tenía tiempo para más porquería de la que ya tenía todos los días. Tenía dos metas claras, terminar la universidad sin incidentes y lograr llegar a la NHL. Lo ultimo que quería era arruinar la amistad con mi mejor amigo por su hermana, pero cuando el corazón se involucraba, no había poder en la tierra que lo detuviera. Y yo tenía solo una norma que acatar: Ser el mejor para ella. +18. *1º en Sport el 23/02/2025. TW: Machismo y sexismo. Problemas de ira y violencia. Síndrome de estrés postraumático. Ansiedad. Estrés. Situaciones de violencia tanto física como verbal.

¿Que es lo peor que le puede pasar a la pobre Emma cuando decide mudarse a la ciudad? Tener que volver a reencontrarse con su ex- compañero de clases Jayden con quién no tuvo una buena relación. Emma no solo tiene que lidiar con los desafíos de la ciudad, si no también lidiar con su pasado, el cual había querido dejar atrás, pero aparece años después no solo para revivirlos y si no también para sanarlos.

Ava no sabe quién es ni hacia dónde va. Estudia en la universidad más por inercia que por vocación, sin pasatiempos, sin metas, y sin muchas ganas de fingir que eso no la agobia. Connor, en cambio, parece tenerlo todo: es el patinador estrella del equipo universitario, seguro, carismático, y siempre bajo los reflectores. Pero detrás de los halagos y las sonrisas hay presión, errores irreversibles y un miedo creciente a perderlo todo. Cuando un trabajo obligatorio los obliga a compartir espacio durante semanas, el choque es inmediato: ella lo ve como el típico egocéntrico que vive para los aplausos, él la considera una sombra sin ambición. Lo que empieza como desprecio mutuo pronto se transforma en tensión... y no precisamente académica. Entre discusiones, silencios incómodos y miradas que duran un segundo de más, ambos empiezan a descubrir lo que nadie más ve: las grietas detrás de las máscaras. Pero para acercarse, tendrán que enfrentar no solo lo que sienten el uno por el otro, sino lo que han evitado enfrentar de sí mismos.