"we'd still worship this love; even if it's a false god" Aldo no debía querer a alguien que no podía elegirlo. Aarón no debía dejarse mirar así por alguien que no podía tocarlo. Se dijeron que mientras nadie notara nada, no estaban haciendo nada mal. Fue mentira. Entre fiestas, encuentros repetidos y silencios que pesan más que las palabras, ambos cruzan un umbral que no pueden deshacer. No hay promesas ni acuerdos claros, solo una tensión que se acumula y una fe peligrosa en que, mientras nadie note nada, todo puede sostenerse. Pero hay deseos que no se conforman con existir en la sombra. Y hay elecciones que, una vez hechas, exigen consecuencias. Porque incluso los dioses falsos cobran lo suyo.

-cuando salgamos de aquí te voy a coger de todas las formas habidas y por haber-le aseguró Aldo, su voz ronca y haciendo que a Aarón se le erizara la piel. -¿y aquí?-jadeo Aarón, sintiendo como si tentara su suerte con esa pregunta. -aquí me conformo con lo que me permitas-le contestó Aldo

Cuando se reúnen para vacacionar en Cancún unos meses después de la casa, Aldo y Aarón terminan teniendo una noche que cambia el rumbo de la relación de amistad que llevan. Y principalmente, en la vida de Aldo. Aldo entró a la casa sin perder nada, su vida no era grandiosa, había perdido tantas cosas que ya no se quería quedar con nada. Estaba perdido, a la deriva. Pero al entrar encontró en Abelito un compa de verdad, un hermano. En Mar una amiga real, una figura maternal que no condiciona su cariño. En Alexis un amigo con carrera, alguien con más colmillo que muchos hombres a su alrededor, pero sin dejar de ser él. Y en Aaron... Encuentra algo del mismo: Su sexualidad. Aldo De Nigris es bisexual.

Donde Aldo, un futbolista profesional, se recupera de una lesión y, en el proceso, se enamora de Aaron, el profesor de su sobrina pequeña. Entre ellos surge una conexión inesperada que lleva a Aldo a descubrir nuevas emociones y a replantearse el rumbo de su vida.

Aldo, la joya regiomontana del fútbol juvenil, llega a la Ciudad de México con una invitación que podría cambiarle la vida: un club de élite quiere evaluarlo para un futuro debut profesional. Lo que no esperaba era encontrarse con el fantasma más molesto de su adolescencia: Aarón, el delantero capitalino con quien protagonizó una de las rivalidades más intensas -y más confusas- de los torneos nacionales cuando ambos tenían 17 años. Años atrás, Aldo y Aarón solo coincidían para competir, provocarse y demostrar quién era el mejor. Nunca fueron amigos. Nunca se llevaron bien. Y sin embargo, por alguna razón que ninguno quiere admitir, jamás lograron olvidarse. Ahora, reclutados por el mismo club y obligados a convivir en un campamento de alto rendimiento, tendrán que entrenar juntos, compartir espacio, superar viejos rencores y enfrentar aquello que siempre quedó sin nombre entre ellos. La cancha los vuelve a juntar. El pasado no los suelta. Y el tiempo fuera que nunca pidieron está a punto de cambiarlo todo. una historia pero si bien bonita

"La música es el remedio para el corazón roto." Algunas veces la música es nuestra salida, su ritmo y la letra te hace viajar a muchos lugares.

Aarón y Aldo, dos mentes brillantes, han convertido el campus universitario en su campo de batalla personal. La competencia es feroz, los egos chocan, pero una chispa innegable se enciende entre ellos. Cuando la prestigiosa Beca del Centenario los obliga a colaborar, descubrirán que el mayor desafío no es superar al otro, sino enfrentar los sentimientos que florecen en medio de la rivalidad.

Aarón necesita dinero Aldo estaba aburrrido (y muy caliente)

¿El tipo ideal de Aaron? El siempre pensó que sería una chica delicada, tranquila y atenta... pero terminó siendo el chico musculoso, desmadroso y distraído que conoció en un reality, el orgullo de la famosa familia De Nigris, y también de todo el estado conservador de Monterrey. Aaron se va enamorando, Aldo está confundido, los tres meses del reality los orillarán a situaciones que solo les puede complicar su imagen pública pero a sus corazones no les importa... o eso cree Aaron.