edla30
Ardor" es la continuación inevitable de la limerencia, cuando la obsesión se convierte en llama y el deseo ya no se esconde, sino que arde sin control , Si en Limerencia la mente era prisión, en Ardor es el cuerpo el que exige rendición. El deseo se mezcla con la sangre, como una herida abierta que nunca cicatriza, ardiendo cada vez que se toca. Aquí, el amor no solo quema: hiere, desangra y marca. La pasión deja cicatrices que laten como brasas bajo la piel. Lo que comenzó como una obsesión ilusoria ahora se convierte en llama real, capaz de devorar, arrastrar y destruir.