Huntrix no era solo un grupo, era un fenómeno global. Zoey, Mira y Rumi eran sus estrellas más brillantes, un trío inquebrantable que había conquistado millones de corazones, y entre ellas, una amistad que parecía eterna. Pero la cercanía extrema que la vida de idol comenzó a tejer una nueva y peligrosa tela entre Zoey y Mira. Semanas antes de su crucial comeback, con la presión aumentando a niveles insoportables, los límites de su amistad empezaron a desdibujarse. Un toque casual se convertía en un escalofrío. Una mirada, en un universo de significados no verbales. Los sentimientos que crecían entre ellas eran innegables y electrizantes, pero también un <no> absoluto en su profesión. No era la calidez segura de la amistad; era el fuego de algo más, algo que podía quemar sus carreras hasta las cenizas si salía a la luz.

Zoey, un prodigio musical, es un torbellino de melodías complejas y una navegante inexplicable del sistema. Frente a ella, Mira, la capitana de fútbol, encarna la disciplina y el dominio atlético; la popularidad definida por pases precisos y goles decisivos. Son, a todas luces, polos opuestos destinados a la repulsión. Pero el destino ignora las etiquetas. Una mirada furtiva en el pasillo quiebra la rutina, y el instinto competitivo de Mira se desvía hacia la vulnerabilidad oculta tras la confianza de Zoey. Esta conexión, nacida del roce accidental, no pide permiso. Enfrentar esta armonía inesperada, que desafía todo lo que creían saber, es el verdadero juego. La pregunta no es si pueden evitarse, sino si están listas para bajar sus escudos y aceptar esta verdad emergente.