Salem. Tierra de brujas, secretos... y tentaciones peligrosas. Sabrina Bradford tiene veinte años y la certeza grabada en la piel de que nunca ha tenido que rogar por nada. Es rica, caprichosa, hermosa y brillante, siempre ha sabido cómo conseguir lo que quiere. Hasta ahora. Porque Ward Ellis, su profesor de literatura, no es como los demás. Tiene treinta y tres años, voz grave, mirada de hielo y autoridad en cada palabra. Sabrina quiso provocarlo y él aceptó el desafío. Pero Sabrina ha tomado más de lo que podía morder y ahora no está segura de poder seguirle el ritmo a Ward. Las obsesiones y los deseos no entienden de reglas ni moral. Sabrina está a punto de conocer al verdadero Ward Ellis. El pecado real no es caer. Es aprender a disfrutar del infierno.

En Salem se cuentan muchas historias sobre brujas, pero las leyendas de los monstruos permanecen ocultas en las sombras, lejos de la vista y del olvido. Astrid Langford tiene veinte años y un carácter caprichoso. Todo lo que desea lo obtiene sin esfuerzo alguno. Hija única de los Langford, heredera de unas las industrias más prometedoras del Estado, ha puesto la mira en los gemelos Stone. Pero no los conoce realmente... y pronto descubrirá que la ignorancia es valiosa. Alaric y Vaughn Stone, los gemelos más temidos de Salem. Los susurros de maldición que los rodean no son simples cuentos: ellos son la encarnación de lo monstruoso. Comparten todo... incluso las mujeres. Posesivos, controladores y con una psicopatía que hiela la sangre, Alaric y Vaughn fijan su oscuro interés en la joven de rizos salvajes y piel oscura que se atreve a desafiarlos. Astrid ha sido marcada. Se convierte en presa. Pero, ¿está preparada para enfrentar a dos depredadores que disfrutan jugando con la línea entre el placer y el dolor?