nenaasaddd
Antonella Kisaki siempre fue parte del negocio. No desde la fuerza, sino desde la cabeza. Mientras Kisaki movía contactos y mercancía, era ella la que calculaba rutas, riesgos y tiempos. La que sabía cuándo vender, cuándo guardar y cuándo desaparecer.
Hanma Shuji la miraba con curiosidad distante. No como mira a alguien que le atrae, sino como se mira a alguien peligroso por lo inteligente. Le causaba gracia que alguien tan joven pudiera hablar de números, distribución y errores como si llevara años en la calle.
No había coqueteo.
Había respeto incómodo.
-Si hacís la entrega hoy, te van a seguir -le dijo ella una vez, seca, sin levantar la voz-. Espera dos días. Cambia el punto.
Hanma obedeció.
Y salió limpio.
Desde ahí, dejó de verla como "la hermana de Kisaki" y empezó a verla como una pieza clave. Nada más. Nada menos.