Diana regresa a casa por las vacaciones de verano, esperando el confort familiar después de un duro semestre universitario. Pero al entrar a su habitación, encuentra un intruso silencioso: un espejo antiguo, de marco gótico y vibras escalofriantes, que sus padres compraron en "oferta" para reemplazar uno roto. Al principio, solo es una sensación, un rechazo físico al verse reflejada. Pero pronto, la realidad comienza a resquebrajarse. Sus padres juran haberla visto en la sala, pasar sin saludar, con una indiferencia que Diana nunca les mostraría. Ella lo niega, pero el miedo se instala: ¿Quién estaba usando su blusa azul? ¿Quién sonríe en su lugar cuando ella se siente aterrorizada? Diana empieza a notar los detalles minúsculos: objetos movidos, frases que ella no recuerda haber dicho, y un reflejo que tarda una fracción de segundo en copiar sus gestos. Sabe que la réplica es casi perfecta, paciente, y está aprendiendo a ser ella. La copia no quiere su vida: quiere su identidad. Y cuanto más se acerca Diana a la verdad, más fuerte es la fuerza que la empuja hacia el único lugar donde ya no podrá alertar a nadie. El cristal no es una ventana. Es una membrana. Si la réplica logra ser tú... ¿quién se queda para siempre del otro lado?

"I love you Hira,I have always do"