Keiverherrera
No hay vida.
No hay muerte.
Solo un sonido constante que nunca se detiene.
Una conciencia despierta en el vacío, sin cuerpo, sin recuerdos, sin mundo.
Todo lo que existe es ruido, ecos y destellos que parecen tener voluntad propia.
Cada segundo es un intento por entender qué es real...
y cada pensamiento acerca más al final de la cordura.
No es terror. No es fantasía.
Es algo peor: la mente tratando de entenderse a sí misma.