Después del estreno de Zombies 4, los protagonistas inician un tour mundial que los une más de lo que imaginaban. Entre hoteles, viajes en bus, presentaciones y momentos libres, surgen amistades, desilusiones y un amor prohibido que crece lentamente entre Freya Skye y Malachi Barton. Ella, con 15 años, amable y soñadora. Él, con 18, coqueto pero de buen corazón. Ambos saben que no pueden estar juntos... pero las miradas en el escenario, las canciones compartidas y los instantes robados en medio del caos hacen que lo imposible parezca inevitable. 💔 Amor, amistad, lágrimas y risas. ✨ Una historia de ritmo lento, llena de complicaciones y un final feliz.

Malachi barton X freya skye..

Freya y Malachi fueron novios, hasta que ella terminó la relación convencida de que no lo conocía lo suficiente y que no encajaba en su mundo, esta idea surgió por una amiga cercana a él, que generó aquella inseguridad y temor. Pero Malachi nunca se alejó del todo: seguía visitando su casa por ser el mejor amigo de su hermano. Y ahora, decide presentarse a un casting para una película donde sabía que estaría Freya, solo para recuperarla y pedirle perdón. Ella, en cambio, lo odia... o al menos intenta hacerlo.

En el campamento Rayburn, entre colores que dividían a los equipos y reglas que mantenían la aparente calma, existían dos fuerzas tan distintas como inevitables. Malachi Barton pertenecía a Shadyside. Extrovertido, risueño, con una energía que parecía inagotable. Su presencia era como un sol: brillante, imposible de ignorar y con una atracción natural que envolvía a todos los que lo rodeaban. Era burbujeante, carismático, y cada sonrisa suya se sentía como un halo dorado que iluminaba incluso los rincones más sombríos del campamento. Freya Skye, en cambio, era parte de Sunnyside. Misteriosa, afilada, con un sarcasmo que servía tanto de defensa como de advertencia. Era la chica más atractiva del campamento, pero también la más temida. Su carácter rebelde y oscuro mantenía a los demás lejos, como si ella misma fuera una luna distante, hermosa de contemplar, pero imposible de alcanzar. El contraste entre ambos era inevitable, y quizá por eso mismo, Malachi sintió la atracción de inmediato. Entre más Freya intentaba empujarlo lejos, más empeñado estaba él en acercarse, como si el sol no pudiera dejar de girar alrededor de aquella luna fría y enigmática. -No empujes más de lo que deberías, Barton -advirtió ella, con los ojos brillando como acero bajo la noche-Tengo más de dos caras y te aseguro que no serás capaz de soportarlas. Malachi sonrió, desafiándola con esa misma luz que parecía nacerle del pecho. -Ponme a prueba. Y en ese instante, sin que ninguno de los dos lo supiera, comenzó algo que iría mucho más allá de la rivalidad de dos equipos.