jai1620
De una u otra forma, siempre llegamos a pasar por el duelo de algo, incluso en lo más insignificante: la pérdida de un peluche, la tristeza de haber perdido algo que, por muy normal que sea, es apreciado y añorado por ti. Lo has sentido, ¿no es así?
Estas etapas, que antes no eran muy conocidas, ahora, para la mente -no solo de quien las conoce, sino también de quien las vive-, empiezan a formar un sentido extraordinario. Las etapas del duelo son conocidas por unos, desconocidas para otros y vividas en carne propia por muchos. La idea de conocerlas, saber que son cinco y cómo es su proceso, muchas veces suele hacerte pensar que es fácil atravesarlas. Después de todo, es un proceso más de los muchos que nos toca vivir, ¿no es así? Es pan comido... debería serlo.
Chase nunca fue una persona muy apegada a lo sentimental de la vida. Creía más firmemente en que, si hacías las cosas bien, en orden y con calma, no habría que pasar por ningún momento de melodrama, pues para él esas cosas eran solo problemas secundarios que se podían esquivar fácilmente con la disciplina.
Estaba tan equivocado.
Porque, por más que intentó refugiarse en la disciplina, en el orden y en su trabajo como policía, nada lo estaba ayudando a salir de ese sufrimiento infernal, de ese dolor tan nuevo y horrible para él.
Nada lo estaba salvando de haber perdido, sin razón alguna, al amor de su vida.
Más aún: ¿qué dolía más? ¿Que se hubiera ido para siempre... o haber sido tan idiota como para no aprovechar su tiempo junto a él? ¿Haber sido tan estúpido como para no abrir los ojos a tiempo y, al querer hacerlo, no encontrar más que oscuridad absoluta?.