En los rincones más antiguos de la tierra, donde el tiempo se curva y los árboles murmuran memorias que ningún hombre puede nombrar, florece la Nyra: una flor sagrada que contiene en sus pétalos el eco de la vida y del espíritu. Su poder no pertenece a los cuerpos, sino a los hilos invisibles que unen la naturaleza con el alma. La tribu que la custodia no la posee; la escucha. Porque lo sagrado no se domina: se honra. Unai llega hasta ella con el corazón herido y el peso de su último viaje sobre los hombros, buscando paz, sin saber que la Nyra es también juicio: sana a los que se entregan, pero hiere a quienes se acercan con temor o codicia. Sus decisiones, a veces precipitadas, lo llevarán a cruzar pruebas que pondrán al límite cada parte de su cuerpo; pruebas que harán que se despoje de todo hasta enfrentarlo con su verdadera sombra.

En un mundo dominado por los lagartos terribles (dinosaurios), la humanidad se aferra a los vestigios de un antiguo y desmembrado imperio. Hace más de mil años que el Cinturón de Atlas colapsó dejando a Las Fortunas a merced de las amenazas externas. Los demonios invaden Tyterogar sembrando el terror a lomos de sus gigantes voladores, y según la profecía, tan solo la Hija del Fuego podrá detenerlos. La tencey Atteneri debe hacer frente a la ocupación de los demonios sin el apoyo de las demás fortunas. Mientras tanto, Achitech y Tamarlan emprenden en secreto una carrera tecnológica para obtener la hegemonía en el archipiélago, Velaoarez y Ecerón se enfrentan por el control de la fortuna sagrada de Ghomaria, y las grandes dinastías de Maxoratan entran en disputa tras el reparto de participaciones en la construcción del mayor anfiteatro que jamás haya existido. En medio del creciente caos, el redescubrimiento de una tierra olvidada convierte el mar Nuestro en un caldo de cultivo para piratas y aventureros.

En Lirien, tres lunas brillaban en el cielo: Aelion, la plateada, iluminaba los valles; Vireth, la roja, ardía sobre los volcanes dormidos; y Thalna, la azul, tejía los sueños de los mortales. Pero esa noche, Thalna no apareció.

Las aventuras de Isidoro Montalbán ¿Quién es Isidoro? Isidoro es de Albacete: inspector de la judicial, cincuentón, con barriga cervecera y voz cascada de Ducados. Vive en un piso feo, con gotelé y muebles heredados. Le tira la copla, el dominó en el bar de la esquina y las gachas manchegas. Tiene su propia filosofía: "si la justicia falla, que hable la navaja". Pero, ojo, no es corrupto: solo aplica una moral rural y torcaz. Conduce vespino y un Ford Fiesta del 74 que no puede circular en Madrid central.

Esta antología reúne cuatro relatos ambientados en distintos momentos de la historia de Japón, unidos por un mismo hilo invisible: la conciencia de la fugacidad de todas las cosas. En la tradición japonesa, esa sensibilidad ante lo efímero recibe el nombre de mono no aware: una emoción melancólica y serena que nace al comprender que la belleza -como la vida, el amor o las estaciones- está destinada a desaparecer. A través de amores prohibidos, pérdidas silenciosas, renuncias y despertares, los personajes de estos relatos se enfrentan a ese instante en que la plenitud y la tristeza se confunden. Cada historia, ya ocurra en tiempos de guerra o en la calma de un templo, revela un mismo sentimiento: el de mirar cómo algo hermoso se desvanece y, aun así, encontrar en ello un motivo para seguir viviendo.