Kageyama lleva una vida normal. No era la mejor que existía, pero podía manejarse con ella. Tenía su rutina y un futuro ya planeado en su mente. Sin embargo, llega un momento en el que nos cuestionamos si podemos seguir con la misma dinámica, e incluso el futuro que imaginamos por años se torna difuso. La serie y manga, junto con sus personaje, no me pertenecen, sino a Haruichi Furudate. Los dialogos se enuncian con ("...") y los pensamientos con ('...').

En medio de una intensa práctica, los sentimientos reprimidos estallan cuando Kageyama, dominado por un impulso irrefrenable, besa a Oikawa. Pero la emoción del momento se apaga rápidamente. Oikawa, sorprendido y con el corazón latiendo con fuerza, da un paso atrás. No es por el beso en sí, ni por el hecho de que ambos sean chicos, sino porque Kageyama aún es menor, y él no puede arriesgarse a que lo malinterpreten... Ni quiere decepcionar a Iwaizumi, su mejor amigo, quien siempre ha visto a Kageyama como un hermano menor. En ese instante, Oikawa se ve atrapado entre lo que siente y lo que cree correcto, temiendo el juicio ajeno y el dolor que podría causar a alguien a quien también quiere proteger.