Gemma__029
Iridessa Ferrari había aprendido demasiado pronto que la palabra hogar no siempre designaba un lugar fijo. Su vida podía resumirse en maletas hechas y deshechas, en ciudades que apenas lograba conocer antes de tener que despedirse de ellas. Nació en Londres y allí vivió hasta los cinco años, rodeada de acentos extranjeros y luces que nunca se apagaban. Después llegó Roma, donde encontró algo mucho más valioso que cualquier monumento: la amistad de Terry, su confidente y compañera de aventuras, hasta que el destino volvió a cambiarles los planes. A los nueve años, debió marcharse nuevamente, esta vez a Marina Piccola, donde conoció a Pietro, el chico que se convirtió en su hermano mayor por elección y no por sangre, y con quien compartió los días más felices de su vida hasta cumplir los doce.
Ahora, a trece años recién cumplidos, se encontraba en un coche rumbo a Pisa. Su padre, Allerick Ferrari, aseguraba que aquella sería la parada definitiva, el lugar donde podrían quedarse por fin. Iridessa no sabía si creerle. Lo único que realmente la animaba era que Terry ya estaba allí, obligada a mudarse unos meses antes por el mismo motivo que ella. Esa coincidencia, para Iridessa, era casi una señal de que quizás esta vez todo podría ser distinto.
Su madre había muerto cuando ella tenía apenas dos años, consumida por un cáncer que Iridessa jamás llegó a comprender. Los recuerdos no existían, solo fotografías donde aparecían juntas, o aquella única imagen donde su madre sonreía sola hacia la cámara, como si quisiera retener la vida un poco más. Esas fotos eran su tesoro, la prueba silenciosa de un amor que no alcanzó a durar lo suficiente.
Mientras el paisaje cambiaba tras la ventana, Iridessa respiró hondo. Pisa representaba un nuevo capítulo, uno lleno de expectativas, temores y sueños aún no confesados. Tal vez, después de tanto viaje, por fin podría echar raíces. Tal vez esta vez sí encontraría un hogar.