En el año 1976, mientras la civilización disimula su inminente colapso tras vitrales y discursos, Evie Lorette aún cree. Cree en la redención. En la bondad como resistencia. En la posibilidad de amar sin miedo, incluso cuando el mundo se prepara para estallar. Asher Vane, en cambio, cree en el fracaso. No el de los imperios ni el de los gobiernos -sino el de las personas. Observa a Evie como un fenómeno. Un error del sistema. Un alma no corregida. Y por eso se acerca. No para tocarla, sino para estudiar su caída. Para provocar su quiebre y archivarlo como si fuera un experimento más. Lo que sigue no es una historia de amor. Ni siquiera una historia de venganza. Es un documento emocional sobre el poder, la dependencia y la descomposición de la fe. Un retrato de dos cuerpos orbitando en un mundo que se deshace: las guerras apenas susurradas, la ciencia corrupta en nombre del bien común, las sectas rezando en silencio, y una religión agonizante que se disfraza de consuelo. Años después de aquella primera traición, Asher se aferra al recuerdo de Evie como quien se aferra a una herida aún tibia. Y Evie... ha vuelto. Pero algo en ella no pertenece ya a este mundo. Y si alguna vez fue suya, lo ha olvidado por completo. Blood Flowers es una elegía narrada desde la sombra de un narrador sin rostro. Un descenso delicado y brutal hacia los lugares donde el amor deja de salvar y comienza a poseer. Donde la libertad huele a culpa. Y donde lo que florece... es lo que jamás debió haber germinado.