Marsdzmlfoy
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Aerys no recordaba el rostro de su madre, ni la voz de nadie que la hubiera amado
Solo recordaba los muros grises del convento, las manos frΓas de las monjas, y el silencio como castigo. HuΓ©rfana desde que tenΓa memoria, aprendiΓ³ a caminar en pasillos frΓos y a rezar con las manos temblando.
Dicen que una vez, cuando lloraba en silencio en la capilla vacΓa, una vela se encendiΓ³ sola, las flores se abrΓan cuando las tocaba, las monjas la castigaron por brujerΓa.
AprendiΓ³ a callarse. A esconder su extraΓ±eza detrΓ‘s de los rezos obligados
CreciΓ³ sabiendo que el mundo era una jaula, pero con el presentimiento sordo de que, en algΓΊn rincΓ³n, algo mΓ‘s la esperaba.
No sabΓa quΓ©. Solo que iba a correr hacia ello cuando se presentara la oportunidad.
Y una noche, lo hizo.
Draco Malfoy sabΓa exactamente quiΓ©n debΓa ser.
Su padre lo habΓa moldeado como a una varita de Γ©bano: recto, pulido, precioso y peligroso.
SonreΓa con arrogancia, caminaba con aire de superioridad y hablaba como si siempre tuviera la razΓ³n.
Pero todo eso era fachada.
Porque debajo del escudo y los modales, habΓa un chico que no sabΓa cΓ³mo ser Γ©l mismo sin decepcionar a todos.