armyA_C
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Tom Riddle asume la custodia de Harry, un chico herido por una maldición y por la indiferencia del mundo. Lo que comienza como un plan técnico -runas, oclumancia inversa y expedientes- se convierte en una red política y afectiva: alianzas con mortífagos, pactos con criaturas del Bosque y maniobras en el Ministerio sirven para blindar una tutela que busca, ante todo, proteger.
La consolidación de una estructura institucional que transformará un acto individual en política pública, y la evolución íntima de una relación de dependencia que va mutando hacia cuidado recíproco. Tom doma su propia urgencia obsesiva convirtiéndola en arquitectura -protocolos, comités, recursos- mientras enseña a Harry a recuperar fuerzas, memoria y autonomía en pasos medidos.