Lo último que Nathara esperaba era ver a él de nuevo. Pero ahí estaba Soren, sonriendo con esa cara de "voy a arruinarte la vida", exigiendo que pagara un favor pendiente. El problema: el favor implicaba una reliquia mágica, una maldición misteriosa y un plan absolutamente cuestionable que, para su desgracia, sonaba peligrosamente como algo que sí haría. Ahora, una exalumna rebelde de la prestigiosa escuela de magia de Dragonash (expulsada por razones que obviamente no fueron su culpa) y un vampiro egocéntrico (con un talento especial para hacerle perder la paciencia) tienen que unir fuerzas en una carrera contra el tiempo. El objetivo: Sobrevivir a trampas mágicas, no matarse mutuamente y, quizás, deshacerse de la maldición antes de que sea demasiado tarde. Lo que nadie mencionó es que, en el camino, el odio podría convertirse en algo más peligroso que cualquier hechizo prohibido.

Blaire Dawson es inteligente, reservada y muy responsable. No maldice, no bebe alcohol, no sale a fiestas y no desobedece nunca las órdenes de su madre. Ella es a lo que llaman "una buena chica" en todo el sentido de la palabra. A sus diecinueve años, jamás ha tenido una cita y, por esa misma razón, un día su mejor amigo decide organizarle una cita a ciegas con un completo desconocido. Es así como conoce a Nathaniel Ryder, un chico alto, guapo, arrogante e insufrible que resulta ser todo lo contrario a ella. Fascinado por su inocencia, Nathaniel se toma la tarea de hacerla salir de su caparazón, además de ayudarla a abandonar la jaula en la que su madre la mantiene encerrada.