Jaqueneli
Hay besos que no se dan por tradición, sino por necesidad.
En una casa llena de luces cálidas y silencios compartidos, dos mujeres se encuentran bajo el muérdago. Una es seria, reservada, experta en cuidar desde lejos. La otra es luz constante, amable, siempre dispuesta a quedarse incluso cuando nadie más lo hace.
Lo que comienza como una tradición navideña se transforma en algo más profundo: una promesa silenciosa, un refugio construido con paciencia, un beso que no exige, pero elige.
Porque a veces, el amor no irrumpe... A veces, espera.
Y bajo el muérdago, quedarse también es un acto de valentía.