Hay lugares en México donde nadie llega a tiempo. Pueblos sin señal, sin testigos y sin ayuda. Ahí, el mal no se oculta: espera. Tras los acontecimientos de EL MILAGRO, Ángel continúa su camino creyendo que aún puede contener lo que acecha entre los vivos y los muertos. Pero el mundo ha cambiado. Algo ha cruzado un límite invisible, y ahora las entidades no solo habitan rituales antiguos o casas olvidadas: cazan. Mientras nuevas amenazas convierten pueblos enteros en leyendas y los cazadores comienzan a desaparecer, Ángel descubre que no todos los horrores responden a los mismos nombres ni obedecen las mismas reglas. Algunas fuerzas actúan por voluntad propia; otras, más antiguas y poderosas, observan desde la sombra, moviendo piezas con paciencia inhumana. EL UMBRAL marca el punto de no retorno. Donde la fe ya no basta. Donde el sacrificio exige un precio mayor. Donde cruzar significa perder algo... o todo. Porque una vez que el umbral se atraviesa, ya no existe camino de regreso.

Hay lugares donde el mal no grita. Susurra. Pueblos donde el aire pesa más de lo normal, donde la gente baja la voz al caer la noche y donde ciertas historias solo se cuentan cuando se apagan las luces. No porque sean leyendas, sino porque siguen ocurriendo. México está lleno de esos sitios. Entre montañas, desiertos, selvas y calles antiguas, hay rincones donde la muerte no terminó su trabajo, donde los espíritus se quedaron atrapados por miedo, culpa o rabia. Algunos buscan ser escuchados. Otros buscan compañía. Y unos cuantos... solo quieren arrastrar a los vivos con ellos. Ángel tiene veintiocho años y recorre esos lugares. No es sacerdote. No es brujo. No es un héroe. Es un hombre tranquilo, empático, con un humor extraño y una mochila llena de frascos malolientes que él llama pócimas. Escucha antes de juzgar. Acompaña antes de combatir. Y aunque sonríe con facilidad, carga un peso que no pidió. Desde niño puede ver lo que otros no. Sentir lo que no debería sentirse. Anticipar fragmentos del futuro que llegan como visiones rotas. Ese don -o condena- es conocido como El Milagro. Un poder que no salva gratis. Cada pueblo que visita lo empuja un poco más hacia el centro del horror, hacia una verdad incómoda: no todos los espíritus quieren paz, y no todo mal puede encerrarse sin pagar un precio. Esta es la historia de un hombre caminando por México, escuchando a los muertos, enfrentando lo que no descansa... y descubriendo, poco a poco, que el verdadero terror no siempre viene del más allá. A veces, el mal aprende a esperar.