El verano llegó y un importante empresario de la industria automovilística Fluxis decide enviar a su hija de diecisiete años, Gisselle Cleveland, al YouthCamp, un famoso campamento en la parte más bella de Inglaterra, al que solo asisten los jóvenes más ricos, aunque para Gisselle no son más que monos de circo tratando de lucirse. Malhumorada, irónica, orgullosa y de perfil más bien bajo, ¿cómo sobrevivirá en el mismo lugar que Richard Russel, un chico alegre, guapo, galán y que todo lo que piensa lo dice en voz alta? Y, por supuesto, ¿quién dice que la vida de ricos es fácil? Las envidias y los chismes se multiplican, y las luchas por el dinero son de vida o muerte.

Es una ley, mundialmente reconocida, que absolutamente nadie puede ignorar a un Cleveland. Entonces, ¿cómo es posible que ese tal David Slerman me ignore a mí, Claire Cleveland? Ni una mirada, ni un simple "hola", ni un pestañeo... ¡Nada! Simplemente es como si yo no existiera. ¿Cómo se atreve? Yo soy sociable, simpática, bromista, graciosa, amigable, solidaria, con buen humor (o por lo menos la gran parte del tiempo) y una buena estudiante... o bueno, por lo menos no soy una completa vaga que echa al caño sus estudios. ¿Por qué me ignora? Nadie ignora a un Cleveland. Claire Cleveland, acostumbrada a ser el centro de atención en su instituto, no soporta la idea de que alguien sea capaz de ignorarla tan deliberadamente. ¿Qué pasará cuando ambos tengan que ser compañeros en un proyecto anual de genética? ¿Nuestro querido David caerá ante los encantos Cleveland?... ¿O será capaz de seguir ignorándolos como lo ha hecho por los cuatro años que han estudiado juntos? Obra registrada en Safe Creative bajo el código: 1502043176432. Cualquier copia o adaptación de esta historia, ya sea completa o parcial, será demandada y posteriormente eliminada.

// PUBLICADA EN FÍSICO POR NOVA CASA EDITORIAL // Idiota. Cree que teniendo perfectos músculos, unos ojos miel envidiables, una altura que te hace quebrarte el cuello cuando lo quieres mirar a los ojos, cabello rizado, perfecta piel besa..., esperen..., me he perdido, ¿qué estaba diciendo? ¡Oh, sí! Ese idiota cree que teniendo todos esos perfectos dones puede usar a una mujer cómo quiera, pues yo no lo creo. Soy Annabella, pero, por favor, llámenme Ann si no quieren que los mate, y esta es la historia de cómo conocí al cretino desesperante que tengo como tutor... Peter Harrison.