Natalia, una hermosa chica, sin familia, pero exitosa. Sus padres fallecieron en un aparatoso accidente y no tenía más familia. Vive un romance con Orlando, un hombre que podría ser su padre. Pero quien despierta en ella sensaciones que jamás imaginó sentir. Siendo la amante de este multimillonario, conoce a Arnaldo; un joven exitoso y guapo, quien se enamora de ella desde el primer momento en que la ve. Podrá Natalia romper el lazo, la relación, que lleva con Orlando por tantos años? Podrá ser feliz y comenzar una vida correcta al lado de Arnaldo? Acompaña a Natalia en esta travesía a través de la infidelidad, el amor y la verdad.

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La puerta del portal se abre y subo por las escaleras hasta el tercer piso. Timbro en la puerta que hay al lado de una plaquita en la que pone 3B y siento como la abren. -Hola. Venía a ver el apartamento, soy Bella.- digo mirando el felpudo de la puerta en el que hay escrito: Atención: Mi casa, Mi música, Mis normas. -¿Bella?- dice la misma voz masculina que antes. Al escucharla un escalofrío recorre mi cuerpo. Levanto la cabeza y miro al chico. -¿Max?- digo sonriendo. ¿Qué mal he hecho yo en esta vida? Si las personas se dividiesen en dos grupos: las personas que creen en las casualidades y las que no, yo formaría parte de este último. Siempre he pensado que todo lo que pasa en nuestra vida pasa por algo y que cada una de ellas, trae consigo una lección. Mi nombre es Bella, Bella Collins y estoy segura de que ninguno de vosotros entiende este principio, así que os invito a leer mi historia. Todos los derechos reservados. Prohibido el plagio total o parcial y/o adaptaciones.

Ella lo ama, pero jamas imagino lo que podia serntir por el... ese que aparecio de la nada y la hizo suya.

Version corta de Lisa Rejinos. La jefa siempre conseguía lo que quería. Su poder era ley, y su crueldad, un hábito pulido. Cuando la empleada nueva llegó, tímida pero firme, ella la olió como quien reconoce una presa fácil. La subestimó, la exigió hasta quebrarla, la dobló entre órdenes y silencios que dolían más que los gritos. Pero la empleada no se rompió. Y ese fue el primer error de la jefa... y su primera obsesión. Entre noches de trabajo, whisky caro y promesas casi amenazantes, nació algo torcido: un deseo disfrazado de castigo, un vínculo prohibido donde una mandaba con frialdad y la otra aprendía a resistir... demasiado bien. No era amor. No todavía. Era un juego de poder que empezaba a cambiar de dueño. Y ninguna de las dos estaba preparada para lo que vendría después.