Solo dos suicidas
Y ahí estaba, en el final del pasillo, tratando de ocultar sus lágrimas y su cuchilla. Me acerqué a él, como siempre y sin decir nada. Le abracé y le susurré que todo iba a estar bien. Me devolvió el abrazo y me dijo:- Vayamonos y así nadie nos molestaría nunca más... Solo dos suicidas...