El Corazón Delator - Edgar Allan Poe
¡Es verdad! Soy nervioso, terriblemente nervioso. Siempre lo he sido y lo soy. Pero, ¿podría decirse que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, no los había destruido ni apagado. Sobre todo, tenía el sentido del oído agudo. Oía todo sobre el cielo y la tierra. Oía muchas cosas del infierno. Entonces...
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