¿A dónde irás? Estaba sentada esperando el vuelo, tenía mi almohada abrazada en mi regazo, estaba acostada en una de las sillas del aeropuerto encima de Ethan, mi vuelo era a las siete y no eran ni las seis, tenía sueño. Pero por estar pendientes de mis maletas, no puedo dormir. Eliott y Ethan son hermanos gemelos, mis hermanos. Todos somos muy parecidos, parecemos trillizos. Pero yo soy la menor y la más afectada en todo esto. Esta vez estábamos viajando a Joliet, Illinois. Papá y mamá ya estaban allá, solo faltábamos nosotros con nuestras cosas. Mis padres siempre tenían que viajar por negocios, pero esta vez era definitivo. Nos quedaremos en un lugar diferente y sin conocer a nadie. Odiaba irme de Londres. Odiaba recordar cada una de las cosas que hice aquí, mis amigos -Juliette, incondicionalmente-, los lugares que visite, aquí donde crecí y vi el mundo. No en Joliet, el nombre que me recordaba a la persona que más extrañaba, hay no será lo mismo. Recordé aquella carta que termino con mi vida, pequeñas lágrimas empezaron a brotar y termine en un mar de lágrimas, sin nadie que me consolase abracé la almohada mientras apagaba mi celular. Sí quería un nuevo comienzo, necesitaba superar y eso sería difícil. ----------------------------------------------------------- TOTALMENTE PROHIBIDO COPIA O EXTRACCIÓN DE ESTA HISTORIA. Será denunciado. Registrada en Safe Creative en el código: 1509205200936

En cuanto la vi me quedé espantada, mi madrina se la había regalado a mi hermana y ella estaba feliz, yo sabía que esa cosa no era normal, había algo malévolo en sus ojos y su sonrisa dibujada... Obra registrada, no admito copias de ningun tipo, marca registrada.

Cuando alguien dice «Cupido llamó a mi puerta» estaba segura de que no se refería a que literalmente llamaba a la puerta. No, por supuesto que no. Pero vaya, la vida de Eco Rimoldi siempre había sido... peculiar. Entonces, ¿por qué se sorprendía? Ah, claro, porque incluso dentro de sus parámetros de rareza, que Cupido llamara a la puerta, soltara un montón de maldiciones sobre lo feo que se había puesto Inglaterra y luego le prometiera conseguirle un novio en cien días era algo catalogado como potencialmente extraño y digno de preguntarse si realmente no sufría de esquizofrenia. Pero, después de todo, ella se llevaba el premio mayor, al fin y al cabo ella había sido la que abrió la puerta y lo dejó pasar. Más tarde entendería que aquello sería el más bello de sus errores.