Mis pasos portan el peso de toda la humanidad, de alguna manera fui elegido para avivar la última chispa del espíritu puro del ser humano en los vestigios del antiguo culmen de la civilización que conocía, ahora, tras mi letargo y con este cuerpo pecaminoso en el que me han encerrado, he de encontrar el por qué he sido elegido para portar el poder del pecado, el por qué de que mi memoria no esté completa y en que se ha convertido el pútrido mundo que todos habíamos destruido hace mucho tiempo. (Aviso: Esta historia puede ser densa e intrincada, no es una lectura ligera y la distribución de los capítulos es provisional. Está siendo reeditada)

Un poeta sin musa no es. Vuelve.