Una posada inolvidable
Si alguien le dijera a Jiang Cheng que en esa ridícula posada a la que fue invitado encontraría al amor de su vida y tendría una buena sesión de sexo, seguramente hubiera lanzado una carcajada fuertemente en vez de tener la cara enterrada en esos amplios y fuertes pectorales del hombre que yacía a su lado.