Viekilig
Cada pieza era importante, a él le gustaban todas. Jugar era su pasatiempo y probar el dulce placer de la seducción también. Cada pieza de sus cuerpos era esencial, las necesitaba, escucharlas gritar de placer y terror, como un animal feroz degollando a una débil presa. El infierno estaba ahí, entre sus manos, mostran...