Dios Sabe Que He Sido Ingenuo
Cuando la espesa niebla negra de la maldición se despeja, hay un niño parado frente a Xie Lian. Es pequeño -es tan, tan pequeño- y tan pronto como ve a Xie Lian, envuelve sus brazos alrededor de sí mismo y encorva sus hombros como si estuviera tratando de hacerse aún más pequeño. No hay ni una sola chispa de reconocim...
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