El lugar donde cantan los libros
Dulce desdén, si el daño que me haces de la suerte que sabes te agradezco, qué haré si un bien de tu rigor merezco, pues sólo con el mal me satisfaces. No son mis esperanzas pertinaces por quien los males de tu bien padezco sino la gloria de saber que ofrezco alma y amor de tu rigor capaces. Dame algún bien, a...